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Viva el sábado

Grupo América de Trujillo

Una historia secreta de la música disco en Perú (1978-1989)

Por Luis Alvarado

Notas incluidas en el disco Viva el sábado: hits de disco pop peruano (1978-1989)

Viva el sábado fue el nombre de un programa de videos musicales que se emitió en Perú entre 1983 y 1996, todos los sábados a las 9 de la noche vía Panamericana Televisión. Se emitía después de Trampolín a la Fama y Risas y salsas, dos de los programas de más alta sintonía de la televisión peruana de esos años, por lo que Viva el sábado era casi el equivalente a un fin de programación, a un anticipo para salir de casa en busca de fiesta. Pero Viva el sábado podía ser también la fiesta en casa, lo que ofrecía la TV en una noche sin mayores alternativas. Quedarse en casa fue parte de la rutina de una generación que creció en la década de los 80, en un país convulsionado por la violencia interna (coches bomba, apagones, toques de queda) y una aguda crisis económica. Fue una década de emergencia y desborde de una economía informal que tomaba las calles de Lima. Un nuevo paisaje urbano donde se asomaba también el brillo de las discotecas, salsódromos y chichódromos, que ocupaban ahora un lugar de importancia como espacios de socialización.

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Aunque Viva el sábado emitía videos de géneros musicales diversos, quedaba clara su filiación a la música disco, el género musical más popular de la década del 70. La careta de presentación dejaba ver un logo amarillo acompañado de una bola de espejos de discoteca, la misma que se había convertido en un ícono de una nueva cultura de baile gracias al éxito internacional de la película Saturday Night Fever, que catapultó a la música disco como música de masas. Conocida en Perú como Fiebre de sábado por la noche, el film tuvo su estreno nacional en 1978, y replicó el éxito que había cosechado en todo el mundo. El sello El Virrey no tardó en lanzar al mercado local el soundtrack que presentaba a unos reinventados Bee Gees como estrellas del nuevo género de baile. El éxito fue rotundo: alrededor de 250 mil copias vendidas que marcaron un hito en la industria discográfica nacional. Para fines de los 70 y principios de los 80, las consecuencias eran notorias: la música disco se había asentado como un género de baile en el repertorio de diversas agrupaciones locales, lo que motivó el surgimiento de las primeras versiones de disco peruano, mientras que una gran cantidad de nuevas discotecas, o salas de baile, empezaron a aparecer a lo largo del territorio nacional. El boom de la música disco coincidió también con el auge de la cumbia y la salsa en el Perú, y con el declive de una escena de rock que empezó a mutar a otros géneros, para dar paso al surgimiento de una nueva generación. Fue también el momento de la conformación de una nueva audiencia, como consecuencia de intensas migraciones del campo a la ciudad, que dieron como resultado la aparición de un movimiento de cumbia peruana conocida como chicha de gran arraigo en los conos de la ciudad.

Imágenes tomadas de arkivperu.com («Deberías estar bailando»: La música disco pega en Lima»)

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Pero la fiebre de la música disco a nivel internacional empezó a menguar también a principios de los 80, coincidiendo con la llegada de MTV y con el cierre de la emblemática discoteca neoyorquina Studio 54. Para entonces los sintetizadores habían empezado a masificarse, la presencia de un sonido sintético electrónico y un beat mecánico se volvió muy presente en la música disco, ya desde fines de los 70, dando origen a una serie de variantes: space disco, Hi-NRG, italo disco, boogie, que alcanzaron popularidad en radios y discotecas de todo el mundo. Incluido el Perú, a decir de la gran cantidad de ediciones nacionales de artistas de dichos géneros.

La vuelta a la democracia en Perú y la apertura de importaciones en 1980, permitió la circulación más fluida de diversos instrumentos musicales. El sintetizador empezó a tener una mayor presencia en los conjuntos tropicales de cumbia peruana y chicha, cuya proximidad al mundo del rock los había dotado de un estilo muy característico, destacando el empleo de la guitarra eléctrica que dio como resultado una fusión de tropical con rock. En cierto modo, los sintetizadores, el bajo eléctrico y la guitarra eléctrica, tan empleados en el tropical peruano, fueron también los instrumentos idóneos para la aparición de un puñado de grabaciones de disco peruano. Pero fue también una interacción entre ambos géneros musicales lo que ocasionó fusiones insospechadas. Cumbia peruana, salsa y música disco fluyeron por un momento, como bien lo documenta Estrellas del disco, un álbum recopilatorio lanzado por Infopesa en 1983, que presenta canciones de dichos géneros destinados a la pista de baile.

La música disco y la música latina (salsa), fueron géneros musicales que alcanzaron gran popularidad en la década del 70 en Nueva York, y establecieron una serie de códigos en común, principalmente una reinterpretación de la tradiciones afroamericanas y afrolatinas. Hubo una influencia mutua en muchos aspectos estéticos y musicales de ambos géneros, que a la postre derivaron también en la aparición de estilos como el latin hustle. En el caso peruano la relación de la música disco y lo tropical, surgió más bien como reacción de las orquestas y los conjuntos de música tropical ante la nueva tendencia internacional que, como un cometa, atravesaba el cielo peruano.

Pero por otro lado, la música disco sirvió también como un espacio de tránsito de quienes venían de otros géneros musicales (jazz y rock), que para entonces pasaban por una reformulación. Fue ese impacto de un género musical tan presente en la radio y las fiestas, lo que motivó que algunos músicos de procedencias diversas, varios activos desde fines de los 60 y mediados de los 70, incursionaran en la música disco.*

Desde Lima a Iquitos, de Trujillo a Chiclayo, de Tarapoto a Chimbote, y Huancayo, la música disco se convirtió, por un momento, en un género musical omnipresente e indispensable del repertorio de las orquestas que amenizaban las fiestas de las clases medias y altas de Lima: Santiago Silva y su Orquesta, Sangre Joven de Nilo Espinoza (el primero en grabar canciones con aires disco), Otto de Rojas (quien introdujo la moda del bump), Víctor Salazar, Tito Chicoma y Su Orquesta, Freddy Roland, Coco Lagos y su conjunto Sol de Media Noche, Conjunto Zambito, Grupo Meditación. Pero también agrupaciones populares de cumbia y chicha como Grupo Celeste, Grupo Genesis, Los Ecos, Los Mirlos, Los Orientales de Paramonga, Grupo 5 en Chiclayo o Setiembre en Huancayo. En muchas de las agrupaciones de chicha, además, uno puede rastrear un estilo de vestimenta y diseño de portadas, que hace referencia a los motivos futuristas de agrupaciones disco. Los covers, medleys, parodias y guiños de los principales hits de música disco aparecían constantemente en los Long Plays y discos de 45 de las orquestas y conjuntos tropicales. Grupos que fusionaban el soul, el funk y el rock como Black Sugar o Buena Suerte empezaron a incorporar la música disco en sus últimas grabaciones. Aparecían grupos de estudio como Sunset Inn, Green Eyes o L3 Group (reunidos todos en el álbum Conga Conga Conga), para aprovechar la demanda del género.

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Fue Santodomingo Kid, sin embargo, quien publicó en 1978 un primer disco de 45 a través de Sono Radio, dedicado exclusivamente al ritmo de moda. Allí se incluía “Caminito”, una versión disco de un clásico tango, y “Volta Travolta”, compuesta por Mario Cavagnaro, en clara alusión al actor del film que había marcado un suceso comercial. Las orquestaciones y el colorido trabajo del sintetizador moog le daban un aire espacial a dichas canciones. Detrás de la producción de Santodomingo Kid estaba Luis David Aguilar, un compositor formado en el Conservatorio con un interés por músicas de vanguardia y que venía ya desarrollando un importante trabajo como autor de bandas sonoras experimentales. La disquera invirtió en la grabación y en una sesión de fotos para lanzar a Santodomingo Kid por todo lo alto, pero todo quedó allí. Aguilar continuó su trabajo escribiendo algunas de las mejores páginas de la música de vanguardia en el Perú.

Rollets

En 1980 apareció el single de la canción “Patinando” firmada por el grupo Rollets, que integraba Malena Calisto (cantante de la orquesta de Santiago Silva y del Conjunto Sangre Joven de Nilo Espinoza), y los hermanos Saúl y Manuel Cornejo, de Laghonia y We All Together, dos de las más importantes bandas de rock en Perú. Los hermanos Cornejo ya habían grabado en 1979 un disco de 45 bajo el nombre de Etc, con una excelente versión disco de “Time of the season” de The Zombies, pero diversos factores impidieron continuidad al proyecto, hasta la grabación de “Patinando” que les dio una nueva oportunidad ya convertidos en Rollets. La canción fue compuesta como cortina musical de un programa televisivo Roller Boggie, que hacía eco de la exitosa película del mismo nombre, que retrataba el ascenso de la cultura de patines entre los jóvenes. “Patinando” se convirtió en un éxito, posicionándose entre los 10 primeros puestos de los rankings peruanos de 1980. Eso motivó que el grupo entrara a grabar un álbum homónimo, lanzado al año siguiente, con 9 temas de música disco, boogie y soft rock, con una destreza instrumental notable en la interacción de batería y bajo, además de la combinación de sintetizadores, guitarra eléctrica y la cálida voz de Calisto, lo que denotaba también las virtudes para la producción de los hermanos Cornejo. El grupo hizo algunos conciertos en la Feria del Pacífico, sin embargo, la historia de Rollets fue breve, apenas un par de años, y sus miembros se dedicaron a otros proyectos. Legaron uno de los grandes álbumes de música disco hecha en Perú.

La agrupación que sí tuvo una vida más longeva fue Grupo América de Trujillo, inicialmente formados como América Latina en 1976, bajo la dirección de Daniel Sánchez, principal compositor del conjunto. Transitaron entre el soul disco y el tropical. El éxito de su primer single Y llegó Colón/Goza mi rumba, publicado por Lov Records de Trujillo, llamó la atención de Alberto Maraví de Infopesa, quien los fichó para grabar un álbum. Estando en Lima, Sánchez adquirió un sintetizador mini moog que rápidamente integró a las sesiones de grabación de Disco América, primer LP de Grupo América en 1981, álbum que se convirtió en un éxito de ventas y un clásico para las jóvenes generaciones trujillanas. La tapa presenta una foto del conjunto al estilo de los grupos tropicales de los 70. Grupo América siguió grabando más discos de 45 para Infopesa, para luego cambiar a la disquera Iempsa, en donde debutaron con el single Medley / Amo A Susana (1986).

Grupo San Francisco

Trujillo dio a conocer a diversos conjuntos de música disco como Lichy Y Los Ángeles, Agrupación Allmendra, Grupo Laredo y Grupo San Francisco. Este último era una agrupación que transitaba entre la salsa, el pop rock y la música disco. Formados a fines de 1979, con la dirección de Manuel Luján, grabaron dos discos de 45 para Iempsa. Grupo San Francisco es un buen ejemplo de cómo el mercado de pop rock, que se abrió en Perú a mediados de los 80 gracias al boom del llamado hisparock, permitió la difusión de una gran cantidad de conjuntos que alcanzaban rotación radial y podían dar el salto a un circuito mainstream. Esa escena de pop rock fue la gran productora de los one hit wonder peruanos, entre los que hay que contar el “Sin ti” (1985) de Grupo San Francisco o “Amor Cibernético” (1986), de Los Roller’s, otra banda originaria de Trujillo.  Fundado por los Hermanos Reyes Luján en 1977, Los Roller’s causaron tal furor durante su gira por el oriente peruano en 1983 que terminaron asentándose en la ciudad de Tarapoto. Grabaron dos discos de 45 para Iempsa, entre ellos el ya mencionado hit “Amor Cibernético”, composición de Victor Cipirán, autor de las canciones de Grupo Laredo. El sonido de estas canciones de Grupo San Francisco y Los Roller’s, así como “Eran las 7 de la noche” (1986) de Grupo Génesis de Huancayo, guarda cierta relación con las fusiones de cumbia-chicha e italo disco que alcanzó mucha popularidad en Bolivia con grupos como Los Ronisch o Enlace a fines de los 80. “Baila la chicha, baila disco” se escucha decir en la canción de Grupo Génesis.

La selva peruana dio a conocer otras agrupaciones que intercalaban en sus shows música disco con tropical y música brasilera, como Grupo Swing de Iquitos, fundado en 1981 por Gabriel García Sánchez, quien luego dirigiría Grupo Pax de Iquitos. Grabaron dos discos de 45 para El Virrey, con canciones disco, de autoría del versátil compositor Oscar Colchado, la canción “Chica Liberal”, con la cantante Mache en la voz, fue un suceso comercial.  Pero Grupo Swing estaba empujando los límites hacia un sonido espacial, como lo demuestra la canción “Bosque solitario” (1983), de autoría del talentoso guitarrista y miembro fundador Geny Sifuentes, de un marcado beat, apoyado de percusiones y efectos electrónicos, que generaban con la ayuda de los sintetizadores Trident y Quartet de Moog, que el conjunto compró en Iquitos, gracias a la circulación de artefactos que llegaban directamente de Miami y Brasil.

Grupo Swing

Tanto fue el furor de la música disco que se abrió también al mercado del público infantil, la animadora de programas para niños Yola Polastri lanzó su Yola Discoteque (1983) y el grupo infantil chimbotano Duro y Blando, lanzó su A Toda Música Con… (1983).

Fue en Lima donde se concentró la mayor actividad de la música disco. Grupo Cremolada, fundado en 1976 por el carismático pianista Manuel Cam, grabaron diversos 45s, enfocados en géneros tropicales y baladas, sin embargo, en 1982 grabaron “Amazonas” para el sello KDT, una elegante y exótica composición aparentemente compuesta por Freddy Roland y cedida a Manuel Cam, quien finalmente figura como el compositor. Fue todo un suceso comercial.

Pepo Rok era el seudónimo de José Rodríguez, un cantante y guitarrista que había formado su primera banda de rock a mediados de los 60, Los Jokers, cuando aún estaba en el colegio. A fines de los 70 formó otra agrupación llamada Conjunto X, de rock instrumental, para reaparecer en 1986 con un maxi single en 12”, llamado Te lo dije, que contaba con la producción de Miguel “Chino” Figueroa, antiguo miembro de Black Sugar. La aparición de este maxi coincidió con el boom del pop rock peruano. Fue muy novedoso el sonido de pop de sintetizadores de Pepo Rok, que ya denotaba una producción más elaborada y maquinal, el maxi resultaba además un formato novedoso a nivel local, e incluía una versión extended remix. Diversas circunstancias impidieron que el proyecto se presente en vivo, aunque dos años después Pepo lanzó un nuevo trabajo llamado Invisible People.

Por otro lado, se encontraba el dúo Jaque Mate, integrado por Jorge “Coco” Tafur y Maryna Pastor. Tafur venía de tocar jazz en los 70 y estudiar orquestación y música electrónica en Estados Unidos, de donde regresó a principios de los 80 con diversos sintetizadores. Pastor había grabado algunos discos de 45 a fines de los 70, entre los que destacaba la canción “Pedir amor” (1979), en ritmo de disco. Pero fue en 1983 con la formación de Jaque Mate, que el dúo hizo su verdadera revolución de pop electrónico. El universo de Jaque Mate giraba en torno al sintetizador, sus atuendos tenían aires futuristas. Lograron rotación radial y televisiva gracias a sus videoclips. Grabaron diversos discos de 45 para Music Shop, Iempsa y el Virrey. Su único álbum Luna llena apareció en 1989 a través de El Virrey. Allí se incluyó la canción “Abrígame”, lanzada también como single dicho año. Jorge “Coco” Tafur se convirtió también en un reconocido productor musical.

Jaque Mate

Ana La Serna, conocida artísticamente como Annie, se inició como corista en la Orquesta de Santiago Silva, para luego probar suerte como solista con algunos singles de rock y balada. Bajo la producción de Edmundo Delgado, lanzó el álbum Jungla de Cemento en 1989, a través de Iempsa, de donde se desprendía el single que daba título al disco, una canción pop de baile, que tuvo un videoclip, donde la cantante lucía un exótico atuendo selvático. El proyecto buscaba una audiencia grande y Annie viajó a Miami en busca de una internacionalización. Si bien el álbum se orientaba hacia géneros diversos (sobre todo baladas) siempre en clave pop, la canción “Jungla de Cemento” (compuesta por Delgado) ya prefiguraba ese sonido electrónico que se instalaría en la producción local. Y es que los sintetizadores, teclados y baterías electrónicas fueron progresivamente incorporados a la escena local dado su practicidad y abaratamiento de costos al momento de producir o ejecutar una canción, el debut homónimo de la artista Naysha en 1991 es otro buen ejemplo. La aparición y explosión de un género como la techno-cumbia, algunos años después, marcó ese nuevo proceso en la música popular, como también la aparición de una comunidad de synthpop y techno que se movía a un nivel underground.

Visto en retrospectiva, las canciones que conforman esta compilación son en muchos casos giros excepcionales dentro de las trayectorias de los artistas que las ejecutaron, pero a la vez son canciones que en su mayoría operaron como una continuidad entre géneros musicales, a modo de un crossover tropical-disco-rock, como diría el periodista Hugo Lévano. La música disco y sus derivados fue también un camino en Perú para la incorporación de modernos instrumentos (sintetizadores, baterías electrónicas) y nuevas técnicas de producción musical. Uno podría decir que estas canciones son el antecedente a una cultura de producción de música electrónica de baile en Perú, en un sentido sí porque son canciones pensadas para el baile de ritmos repetitivos con sonidos electrónicos, sin embargo, hay instalada una gran discontinuidad entre ese periodo, que esta compilación documenta, y las escenas de música electrónica de baile en Perú que llegaron luego. Últimamente, sin embargo, estas canciones han ido reapareciendo e ingresando al universo de una nueva generación de djs y selectors. Sirva esta compilación como una introducción a esos olvidados hits de música disco-pop hecha en el Perú y a su particular manera de haber marcado sus propios derroteros.

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